Educación sábado, 7 de noviembre de 2015

INDEFENSIÓN APREHENDIDA.

El entorno educativo, en el sentido del contexto que marca la relación entre el alumnado y los poderes gubernamentales;  ha venido modificándose en los últimos años de manera que supone un elemento decisivo a la hora de  marcarnos objetivos o analizar resultados académicos.

Desde las interminables clases magistrales hasta la irrupción de las TIC y todo su despliegue en el fenómeno docente, pasando por la educación emocional y para la convivencia escolar; nos topamos con un abanico multicolor de matices que condicionan el aprendizaje en todas sus vertientes. Y estos cambios educativos provienen del profesorado y la administración educativa lo sabe e interviene según su conveniencia. 

Pero tanto ayer, como hoy, mañana y siempre; hay algo que no cambia con los diferentes modelos educativos, más allá de leyes educativas. Algo que, digamos, no pasa de moda. 

Es necesario aprehender. Aprehender en la escuela, en el instituto, en las facultades, en la vida.




Aprender o aprehender.


Aprender y aprehender son dos palabras que provienen de la misma palabra latina, apprehendere, que se vulgarizó a prendere y que vendría a significar atrapar, agarrar. Con el paso del tiempo el vocablo aprender tomó el significado de adquirir conocimiento o experiencia. Y el término aprehender, se conservó como cultismo latino para referirse a capturar, prender a alguien o a algo

Sin embargo, aprehender, cobra una nueva perspectiva desde el fenómeno educativo. Aprehender hace referencia en este caso a captar el conocimiento, a aprender de un modo significativo. De esta manera, el que aprende es aquel que recibe información de otros y la memoriza, la asimila sin transformarla, la estudia. Pero el que aprehende, construye su aprendizaje que pasa a formar parte uno mismo, transforma esta información significativa porque es importante en su camino, encuentra el sentido y la lógica de lo que aprende.



Sin embargo, esta entrada de hoy, no va de cómo fomentar este aprehender, sino más bien todo lo contrario. Esta entrada está dedicada a cómo conseguir que se aprehenda a no aprender (y téngase en cuenta que no digo desapreder, de lo cual hablaremos otro día). 

Que no te confunda el juego de palabras. Es posible hacer que nuestro alumnado se pierda en el viaje de su aprendizaje, pero antes, te dejo un vídeo que no te dejará indiferente.




Indefensión aprendida.


La indefensión aprendida, como acabas de ver en este vídeo, se empezó a estudiar desde el campo de la psicología, para comprender el porqué de determinadas reacciones ante situaciones adversas. La pasividad que en algunas ocasiones mostramos ante la adversidad fue un elemento que Martin Seligman decidió estudiar mediante un experimento con tres grupos de perros. 

Al primer grupo (control) se les dejó en libertad. Al segundo grupo se les unió de dos en dos y se les administró una descarga precedida por un sonido que podían evitar presionando una palanca. Al tercer grupo se les administró también las descargas sin la posibilidad de evitarlas. En el tercer grupo de canes, Seligman encontró lo que bautizó como indefensión aprendida. Los animales, mostraron una actitud pasiva, depresiva y sumisa. Cuando en un segundo ensayo del mismo experimento se les proporcionaba a los perros la posibilidad de accionar la palanca para deshacerse de las descargas, Seligman encontró que estos no optaban por evitar dichas descargas.

La indefensión aprendida se fundamenta en la sensación de que no tenemos la capacidad de hacer frente a según que situaciones. Nuestra percepción de que no existe nada que poder hacer para buscar una solución, es en realidad errónea, pero actuamos de este modo pues carecemos del control necesario para dominar la situación. De este modo el aprendizaje que tomamos está medido en nuestra dificultad para encontrar en nosotros mismos la fuerza y el agarre para hacer frente a aquello que nos castiga, que nos hace sentir mal, nuestros problemas.
    




Y como puedes ver en el vídeo de esta profesora e investigadora, la indefensión aprendida está presente en muchos ámbitos de la vida social y especialmente en educación. Tan fácil como un engaño acerca de las capacidades del alumnado para conseguir que sufran indefensión aprendida en tan sólo unos minutos. Pero por desgracia, en el ámbito educativo la indefensión no se aprende, se aprehende.

Del mismo modo que podemos aprehender lo bueno, también lo negativo para nosotros. Las etapas educativas primeras son fundamentales en nuestro desarrollo y nuestros primeros aprendizajes, nuestras primeras experiencias que  nos acompañarán toda la vida.

Un modelo educativo que fomenta una valoración negativa de su alumnado mediante la falta de recursos, mediante el abuso sistemático de pruebas estandarizadas que fomentan la desigualdad, mediante la idea de sumisión desde la más tierna infancia se aprehende. Desde luego la problemática actual en educación es de límites bastos, eso todos lo sabemos, pero no somos conscientes de los efectos que a la larga tendrá en los años venideros. Todas estas generaciones a las cuales se les está metiendo con calzador en la sumisión a los poderes gubernamentales, sociales y financieros desde su más primera infancia darán su fruto bajo un plan estratégico de indefensión.

Las actuales leyes educativas están castigando a nuestro alumnado del mismo modo que el psicólogo estadounidense Seligman castigaba a sus perros.

Se está produciendo ante nuestros ojos una indefensión social que se ceba con aquellos más vulnerables a su efecto, nuestros niños. Tan fácil, te repito, como el vídeo que has visto. Hacer que una población que se muestre indefensa y sumisa es más sencillo de lo que crees; pero, si algo tenemos aquellos que como tú y como yo amamos la educación y la vida, la libertad y el conocimiento, es la capacidad de superación y de hacer frente a todas las adversidades que poseemos como sociedad.

La educación es cosa de todos y de todas. Ayudemos a los nuestros a aprehender.


"Ser feliz significa poder percibirse a sí mismo sin temor."

Walter Benjamin.




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