Educación domingo, 14 de junio de 2015

LO QUE HAY DETRÀS DEL BULLYING. SESGO ATRIBUTIVO HOSTIL

Resulta verdaderamente trágico el espejo en el cual se contemplan nuestros adolescentes, los modelos educativos que se les prestan desde las redes sociales,  desde Internet, desde la televisión,... A diario tristes noticias sacuden los telediarios y la prensa, recordándonos que hemos subido un peldaño más en la pendiente de la violencia, y ya para nada resulta extrano o anecdótico toparse con grabaciones de actos violentos con dispositivos móviles, acoso en la red, picos de aumento en la violencia machista juvenil, discriminación por etnia, bullying.

Pareciera que toda una generación se encuentre perdida, sin una tabla a la que aferrarse fuertemente en el medio de un océano caótico. Una tabla que podremos llamar educación, que podremos llamar cordura, referentes, ideales, yo que sé... Algo. Una ayuda para poder solucionar los conflictos de manera pacífica, de un modo inteligente y basado en el respeto de las ideas, de las personas. Yo no sé cuál es la solución o el recurso que pudiese reducir el número de jóvenes que padecen acoso. Porque por desgracia, en muestra sociedad chicos se suicidan, o simplemente viven apenados en el marco de sus relaciones sociales; pero sí sé que podemos interesarnos antes por las causas que nos han llevado a esta situación penosa.

Podemos y debemos preocuparnos por cuestiones como: ¿por qué se producen estas situaciones de violencia entre iguales? ¿Por qué tenemos en nuestra sociedad a chicos, a niños, que ejercen la agresión y la humillación hacia el otro en tal modo? ¿Qué desencadena esta espiral de violencia en los institutos, colegios y demás contextos situacionales que abarcan la vida cotidiana de nuestros jóvenes?

Supongo que estarás pensando en lo de siempre. Que si la educación que recibieron, o quizás en un componente genético que te hace propenso, puede que en situaciones de ira descontrolada, por causa de alguna enfermedad depresiva, alguna patología,...

Y lo cierto es que hay de todo un poco, por desgracia, en el mundo de la violencia juvenil. Pero antes de nada, para comprender lo que pasa por la cabeza de un niño violento, tenemos que preguntaros qué es la violencia y qué factores provocan su aparición.



Aproximación a la violencia.


La violencia es una conducta agresiva que se emplea para conseguir un fin, bien sea éste el mero placer que produce el infringir daño a otra persona, o bien para dominar o manipular a alguien. En el primer caso, estaríamos ante un tipo de violencia hostil, emocional e impulsiva. En el segundo, estaríamos ya, ante un tipo de violencia instrumental, premeditada, motivada por una meta más elaborada.

En todo caso, se conoce que la violencia aparece en el comportamiento humano lo suficientemente temprano como para sugerir que no es fruto exclusivo del aprendizaje. Existen factores genéticos que predisponen en menor o mayor medida al comportamiento violento, así como determinados desequilibrios en relación a altos niveles de testosterona y bajos de cortisol. Además, la violencia por desgracia está presente en todas las culturas, en todos los status sociales y en casi todas las edades. Porque el comportamiento agresivo surge por primera vez en torno a los dos años de vida. Y aunque es normal que vaya disminuyendo con la edad gracias a la influencia cultural, se producen fenómenos durante la infancia y el proceso de socialización, que promueven un mal aprendizaje. Si un niño no interioriza bien una serie de valores morales y normas sociales, desde el autocontrol y la conceptualización de las consecuencias de los actos violentos, este aprendizaje puede ser muy negativo. Tanto como para que en un futuro se convierta en un protagonista del nuevo fenómeno sociológico y violento del momento, el bullying.



Bullying.


la palabra bullying es un anglicismo que proviene del substantivo bully que significa matón, abusón, o del verbo to bully, intimidar. Pero en la realidad, bullying, significa mucho más.

El bullying se caracteriza básicamente por el establecimiento de relaciones de desequilibrio entre alguien que ejerce el papel de agresor y su víctima. Tiene siempre una duración larga y es un fenómeno grupal. Con esto de grupal, y he aquí una de sus características más dañinas, me refiero a la confluencia de otras personas que actúan como observadoras o animadoras.
El contexto del bullying es también muy definido, relegándose por lo general al ámbito escolar. Allá donde haya público podrá existir el bullying, y qué mejor que un instituto. En los centros de Educación Secundaria, los adolescentes buscan su lugar entre sus iguales, siendo una época cargada de relaciones sociales. Por lo regular, son los chicos en la primera edad escolar de esta etapa, los que pueden ser testigos del fenómeno.

Pero para comprender realmente lo que es en la práctica la estrategia bullying, debemos formularnos cuatro preguntas:

Por tanto, número uno, ¿qué hay detrás de la víctima?






Evidentemente una baja autoestima sumada a un comportamiento obediente y sumiso. La víctima acostumbra a ser insegura y ansiosa, con tendencia a la introversión y a la timidez. Su autoestima dañada la hace víctima potencial y sus sufrimientos trascienden en los resultados académicos y en las relaciones sociales. Por este motivo, suele tener pocos amigos y acostumbra a mantener relaciones de dependencia con ellos, lo cual reincide en su carácter sumiso y obediente de manera cíclica.






Las familias de este tipo de niños acostumbran a ser sobreprotectoras en exceso, lo cual aumenta sus sentimientos de dependencia de aquellos por quienes siente afecto.






La víctima de bullying, suele tener un comportamiento específico en el aula, pues se muestra protagonista de constantes mofas y desprecios por parte de sus compañeros. En general, es fácil notar que falta al colegio incluso llegando a adquirir fobias hacia éste. Sufre de cambios de humor repentinos y siempre se queja de actitudes de sus compañeros, falta de material, deterioro de la ropa, etc.






Para reconocer a una víctima, es imprescindible fijarse en estos aspectos.










¿Qué hay detrás del agresor?






El agresor, tendrá como característica fundamental la falta de empatía. Sólo aquellos que realmente no entienden por lo que pasa la víctima, que no muestran signos de comprender el malestar ajeno, son agresores en potencia. En este sentido, un agresor interpretará siempre que la culpa de sus actos la tienen terceros, o bien que la tiene la propia víctima. Y digo interpretar, que no echar la culpa. Los agresores creen realmente que no son culpables de la situación.


Además, y en contraposición con la víctima, el agresor tiene una alta autoestima y liderazgo; proviniendo, en general, de un ambiente familiar permisivo. Acostumbra, de hecho, a mostrar comportamientos de enfado y frustración en el ámbito escolar, quizás debido a no haber interpretado de un modo correcto la realidad en su infancia.


Siempre recurren a la violencia para resolver sus conflictos, ya sea física o verbal, pero la violencia relacional (daño intencionado a las relaciones sociales de la víctima) es la que más emplean. De este modo aíslan a la víctima para hacerla más vulnerable. En este sentido, la relación agresor-víctima siempre es descompensada. Por mucho que se hable del sufrimiento del agresor, este medirá en todo momento a la víctima. De este modo, tratará de buscar adeptos a su causa. Siempre calcula sus pasos.


¿Qué hay detrás de los testigos del bullying?


Si bien es cierto que un agresor suele ser rechazado por la sociedad en general, y por adolescentes en particular, esto no es suficiente para acabar con sus actos. De hecho, nuevamente se produce una espiral de violencia cuando el agresor comienza a emplear la agresión. Éste, suele ser margiado por el resto de los niños, lo cual genera rechazo. Y este rechazo genera a su vez más violencia, pues la víctima dentro de su frustración no puede entender que sea objeto de repudio. Por este motivo, el agresor busca hacerse con un grupo de fieles que apoyen sus actos.


El grupo que respalda al bullying lo puede hacer desde la actividad o bien mediante la pasividad. Serán activos, aquellos que ayuden en los gestos agresivos, se rían, se burlen, graben lo ocurrido con dispositivos móviles, etc. Serán pasivos los que eviten ayudar a la víctima, es decir, los que vean y callen. La omisión de la ayuda no deja de ser un síntoma más de agresividad, por tanto si niegan su ayuda también colaboran. Si bien es cierto, que la omisión de la ayuda suele producirse para evitar problemas con el agresor.


Y, por último, ¿qué hay detrás del bullying?


Para empezar, el sesgo atributivo hostil:


Como ya he comentado en numerosas ocasiones un sesgo es un atajo, una manera de procesar la información que distorsiona nuestra percepción. Necesario, en cuanto al manejo informativo pero erróneo, por lo limitado. Y a colación de la temática, esto es lo que tienes que saber, sobre este sesgo.


Se da en personas que acostumbran a actuar de manera agresiva ante los demás. Pero este comportamiento está originado por una percepción de ataque constante. Así, el agresor con sesgo atributivo hostil siempre piensa que el mundo entero está en su contra, interpreta de sus propias interacciones con los demás una amenaza agresiva. Y de este modo, responde con violencia.


En resumen, la espiral de violencia que se genera con el bullying comienza en la infancia del agresor con el aprendizaje equívoco en la relación social. El uso de la violencia le genera un rechazo por parte de los otros, lo cual es frustrante dentro de su personalidad ególatra. Entones, aprende a liberar esta frustración mediante la violencia. Para conseguir agredir sin ser rechazado busca cómplices que lo ayuden en sus actos, o bien que no ayuden a las víctimas. Y así, el acto violento se convierte en una arma con la cual responder las atribuciones que del comportamiento de los demás (compañeros, familia, profesores,...) hace. Todos están en su contra y ante esto, responde a la defensiva.





Pero tenemos una arma muy eficaz, que no digo solución, para este fenómeno y es





el ejemplo.





Nuestra pasividad ante la violencia es muchas veces el peor ejemplo en la prevención del bullying. Nos acostumbramos a la violencia machista desde la asimilación de que es normal que noticias de mujeres muertas a manos de sus parejas aparezcan todos los días en los telediarios. Observamos la guerra día tras día, desde la distancia del sillón. Es más, contemplamos bullying en nuestros trabajos, en las calles, en la vida, desde el gobierno y desde las instituciones, cuando alguien ejerce la violencia y nadie hace nada. Cuando contemplamos desde lejos un desahucio, cuando aceptamos la carga policial, cuando negamos la ayuda al necesitado, etc.





Sólo si queremos acabar con esta escalada violenta que nos azota, daremos el ejemplo que nuestros chicos se merecen. Sólo con la ayuda, sólo con la lucha en contra de cualquier tipo de violencia.




















Cuanto más se prolongue la violencia,


tanto más difícil les resulta,


a aquellos que la han empleado,


encontrar la forma de realizar actos compensatorios no violentos.


Se crea una tradición de violencia


y los hombres aceptan escalas de valores,


de acuerdo con las cuales


los actos de violencia se computan como hechos


heroicos o virtuosos.






Aldous Huxley




También te gustará

0 comments

Suscríbete a la Newsletter

Recibe mis publicaciones en tu email y no te pierdas nada.

CHARLA MADRESFÉRICA: REEDUCAR EN EL JUEGO

Estoy en madresfera

CHARLA EDUCATIVA SOBRE PATIOS INCLUSIVOS